MORPHY; JUGAR CON MUSICA DE FONDO.
Paul Morphy es considerado el padre del ajedrez moderno. Procedente de una pudiente familia de Nueva Orleans, Paul nació en el año 1837 y con diecinueve años consiguió hacerse con su primer gran éxito ajedrecístico, el que le lanzó a la fama: superó con cierta comodidad a sus compatriotas en el Primer Congreso de Ajedrez de América, que se celebró en Nueva York.
Morphy partió hacia Europa un año después, en 1857, y midió sus fuerzas con los mejores ajedrecistas del momento. En esta ocasión logró derrotar, entre otros, al gran Adolf Anderssen por el increíble resultado de siete victorias, dos tablas y dos derrotas. De esta forma, victorioso contra sus contemporáneos, regresó con la única espina clavada de no haber podido disputar ningún encuentro con el famoso jugador británico Staunton. Muchos consideraron que Morphy habría sido el favorito en ese duelo, que habría enfrentado a los dos mejores jugadores de su tiempo.
El sistema de juego de Paul Morphy revolucionó al mundo del ajedrez. Cuando él jugaba, dominando a sus rivales ante el tablero, demostraba un dinamismo, una precisión y unos conceptos estratégicos impresionantes; pero fue capaz, además, de incorporar a la teoría nuevas ideas, como el desarrollo de las piezas o la iniciativa. Su sistema, el que más tarde desarrolló Steinetz, consistía en realizar una virtuosa defensa y en ir acumulando pequeñas ventajas que, al final, dan la partida.
Morphy, por otra parte, fue socio del Salón de la Fama del Ajedrez de USA y trató de convertir el ajedrez en algo superior a cualquier entretenimiento. Trató de darle un toque señorial y distinguido, digno de las mejores familias. La sociedad de su tiempo aceptó esta propuesta y Nueva Orleans se contagió de esta tendencia.
La muerte sobrevino a Paul Morphy en 1884, quince años después de que abandonase el ajedrez.
Esta bonita partida la jugó Morphy contra el Duque de Braunschweig, al que le ayudaba el Conde Isouard, en 1858. Lo curioso de este encuentro es que se realizó en un palco de la Opera de París mientras se representaba El barbero de Sevilla. Para quien no lo haya probado, jugar al ajedrez con buena música de fondo es algo especial. Morphy debía saberlo o, de lo contrario, tener muy poco interés por la obra maestra de Rossini. Mientras en el escenario el Conde Almaviva, con la ayuda de Fígaro, el barbero de Sevilla, se casaba con Rosina acabando con las esperanzas de Bartolo, Morphy casaba a su torre con su alfil, destrozando los sueños del Duque de Braunschweig y del Conde Isouard.
LA PARTIDA HISTORICA.
Blancas: Paul Morphy.
Negras: Duque de Braunschweig.
Conde Isouard.
1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.d4 Ag4 4.dxe5 Axf3 5.Dxf3 dxe5 6.Ac4 Cf6 7.Db3 De7 8.Cc3 c6 9.Ag5 b5 (un error decisivo que Morphy no desaprovecha) 10.Cxb5 cxb5 11.Axb5+ Cbd7 12.0-0-0 Td8 13.Txd7 Txd7 14.Td1 De6 15.Axd7+ Cxd7 16.Db8+ Cxb8 17.Td8 ++ 1-0 Pese a los posibles errores de la pareja que guiaba a las negras, la sutilezas de Morphy convierten este encuentro en una pequeña obra maestra. Sin duda, a Rossini no le habría importado que en aquel palco tres espectadores atendiesen más a esta partida ajedrez que a su música.
Paul Morphy es considerado el padre del ajedrez moderno. Procedente de una pudiente familia de Nueva Orleans, Paul nació en el año 1837 y con diecinueve años consiguió hacerse con su primer gran éxito ajedrecístico, el que le lanzó a la fama: superó con cierta comodidad a sus compatriotas en el Primer Congreso de Ajedrez de América, que se celebró en Nueva York.
Morphy partió hacia Europa un año después, en 1857, y midió sus fuerzas con los mejores ajedrecistas del momento. En esta ocasión logró derrotar, entre otros, al gran Adolf Anderssen por el increíble resultado de siete victorias, dos tablas y dos derrotas. De esta forma, victorioso contra sus contemporáneos, regresó con la única espina clavada de no haber podido disputar ningún encuentro con el famoso jugador británico Staunton. Muchos consideraron que Morphy habría sido el favorito en ese duelo, que habría enfrentado a los dos mejores jugadores de su tiempo.
El sistema de juego de Paul Morphy revolucionó al mundo del ajedrez. Cuando él jugaba, dominando a sus rivales ante el tablero, demostraba un dinamismo, una precisión y unos conceptos estratégicos impresionantes; pero fue capaz, además, de incorporar a la teoría nuevas ideas, como el desarrollo de las piezas o la iniciativa. Su sistema, el que más tarde desarrolló Steinetz, consistía en realizar una virtuosa defensa y en ir acumulando pequeñas ventajas que, al final, dan la partida.
Morphy, por otra parte, fue socio del Salón de la Fama del Ajedrez de USA y trató de convertir el ajedrez en algo superior a cualquier entretenimiento. Trató de darle un toque señorial y distinguido, digno de las mejores familias. La sociedad de su tiempo aceptó esta propuesta y Nueva Orleans se contagió de esta tendencia.
La muerte sobrevino a Paul Morphy en 1884, quince años después de que abandonase el ajedrez.
Esta bonita partida la jugó Morphy contra el Duque de Braunschweig, al que le ayudaba el Conde Isouard, en 1858. Lo curioso de este encuentro es que se realizó en un palco de la Opera de París mientras se representaba El barbero de Sevilla. Para quien no lo haya probado, jugar al ajedrez con buena música de fondo es algo especial. Morphy debía saberlo o, de lo contrario, tener muy poco interés por la obra maestra de Rossini. Mientras en el escenario el Conde Almaviva, con la ayuda de Fígaro, el barbero de Sevilla, se casaba con Rosina acabando con las esperanzas de Bartolo, Morphy casaba a su torre con su alfil, destrozando los sueños del Duque de Braunschweig y del Conde Isouard.
LA PARTIDA HISTORICA.
Blancas: Paul Morphy.
Negras: Duque de Braunschweig.
Conde Isouard.
1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.d4 Ag4 4.dxe5 Axf3 5.Dxf3 dxe5 6.Ac4 Cf6 7.Db3 De7 8.Cc3 c6 9.Ag5 b5 (un error decisivo que Morphy no desaprovecha) 10.Cxb5 cxb5 11.Axb5+ Cbd7 12.0-0-0 Td8 13.Txd7 Txd7 14.Td1 De6 15.Axd7+ Cxd7 16.Db8+ Cxb8 17.Td8 ++ 1-0 Pese a los posibles errores de la pareja que guiaba a las negras, la sutilezas de Morphy convierten este encuentro en una pequeña obra maestra. Sin duda, a Rossini no le habría importado que en aquel palco tres espectadores atendiesen más a esta partida ajedrez que a su música.